Legrado Uterino
¿Qué es un legrado y cuándo es necesario?
Un legrado es una intervención quirúrgica en la que el médico extrae cualquier tipo de tejido del interior del útero, por lo cual puede ser viable como técnica para la interrupción legal del embarazo (ILE). No obstante, su práctica responde a diversos escenarios que aquí te explicamos con mayor detalle.
Casos en los que se recurre a un legrado
Debido a su práctica básicamente obligatoria cuando se presenta un aborto espontáneo –situación en la que es necesario asegurarse de que ningún resto que pueda ocasionar daños a la salud haya quedado dentro del útero—, el legrado suele entenderse como sinónimo de aborto, aunque es un procedimiento útil para el tratamiento de diversas anomalías que se suscitan en la matriz. Algunas de sus aplicaciones principales son:
- Diagnóstico de cáncer de endometrio: a través del legrado es posible extraer muestras de tejido que confirmen la presencia de cáncer o tumoraciones malignas en el endometrio cuando existen indicios de esta enfermedad.
- Eliminación de tejido anómalo que cause sangrado vaginal: cuando la paciente tiene periodos menstruales muy abundantes o irregulares, la causa puede estar en la existencia de miomas u otros tejidos insólitos en la membrana mucosa del útero; con un legrado pueden sustraerse estos cuerpos extraños y dar solución a los síntomas.
- Extracción de DIU encarnado: cuando se excede el periodo de uso del dispositivo intrauterino (DIU) este puede incrustarse en las paredes de la matriz imposibilitando su salida, por lo que es necesario utilizar una legra para sustraerlo.
- Prevención de riesgos a la salud por miomas o pólipos: estos tejidos anormales dentro del útero pueden ocasionar problemas graves aún siendo benignos, como abortos espontáneos, infertilidad y sangrados, por lo que es importante identificar estos síntomas correctamente para luego recurrir a un legrado si el ginecólogo lo considera conveniente.
- Aborto quirúrgico: técnica ILE que, a diferencia de las pastillas, puede practicarse hasta la semana 12 de embarazo. No obstante, presenta mayores riesgos y complicaciones que el método de aspiración manual endouterina (AMEU) –igualmente aplicable hasta los primeros tres meses de embarazo—, por lo que su uso en este caso solo es recomendado cuando por alguna razón este último procedimiento no ha sido efectivo.
¿Cómo se realiza un legrado?
Como su nombre lo indica, consiste en el uso de una legra para raspar el tejido interior del útero desprendiéndolo y forzando su salida. Este instrumento, también denominado cureta, es una herramienta quirúrgica de forma alargada y cuya punta se asimila a una cucharilla o gubia con bordes afilados; con ella, el especialista se asiste para separar tejido extraño que se encuentre adherido al endometrio.
Este procedimiento también denominado curetaje es, estrictamente, una intervención de dilatación y legrado, es decir, una operación en la que es preciso forzar la apertura del cuello uterino para después realizar un raspado del interior. La forma en que se lleva a cabo consta de cinco etapas principales:
- Evaluación previa: dado que se trata de una operación de quirófano, aún siendo ambulatoria requiere de un análisis previo del ginecólogo que justifique la necesidad de recurrir a ella, por lo que son necesarios estudios de laboratorio, una ecografía transvaginal y valoración médica para descartar condiciones de salud especiales que podrían interferir con el procedimiento (anemia, problemas cardiovasculares, etcétera).
- Aplicación de anestesia: según sea el caso, el ginecólogo podrá determinar si la paciente necesita anestesia local o general, más no podrá realizarse sin alguna de ellas, ya que es un procedimiento doloroso.
- Dilatación: con un instrumento quirúrgico denominado espéculo, el ginecólogo forzará la dilatación del cérvix y mantendrá abierta la cavidad vaginal para tener acceso al interior del útero.
- Legrado: raspado del revestimiento interior del útero para extraer todo tejido ajeno a él e incluso parte del mismo endometrio si se requiere examinarlo posteriormente en el laboratorio para confirmar o rechazar la existencia de patologías.
- Recuperación: aunque es una operación ambulatoria que no suele durar más de 15 minutos, se recomienda que la paciente permanezca en observación para descartar complicaciones y que se recobre de la anestesia.
Preparación para un legrado y posibles riesgos
El día del procedimiento la paciente debe acudir en ayuno de al menos seis horas y acompañada por alguien de confianza que pueda cuidar de ella mientras regresan a su hogar.
Al igual que después de cualquier intervención quirúrgica, existen riesgos en la aplicación de anestesia y posibles hemorragias e infecciones derivadas, situaciones a las que, en este caso, se suman las siguientes:
- Perforación uterina.
- Daños en el endometrio.
- Desgarre del cuello uterino.
- Formación de tejido cicatricial que puede ocasionar infertilidad.
Teniendo esto en cuenta, es importante dar seguimiento ginecológico posterior a un legrado para garantizar la salud del útero o detectar lesiones y daños que deban atenderse.
Cuidados posteriores
Luego de un legrado, es común que exista sangrado vaginal leve durante los próximos 15 días, además de dolores abdominales moderados, náuseas y mareos, aunque estos últimos síntomas no suelen durar más de 24 horas. No obstante, se recomienda guardar reposo y tener ciertas precauciones durante las siguientes dos semanas, tales como:
- No tener relaciones sexuales.
- No hacer esfuerzos grandes ni cargar cosas pesadas.
- Evitar duchas vaginales.
- No usar tampones, puesto que pueden contaminar el área intervenida y provocar infección.
El legrado es un método que por sí mismo no causa problemas de salud ni infertilidad siempre y cuando se realice adecuadamente y en una clínica certificada para ello. Sin embargo, a diferencia de la AMEU, este no es un método ILE recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), sino un procedimiento quirúrgico útil para este fin solo en casos especiales.
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