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El aborto espontaneo es uno de los sucesos más deprimentes en la vida de una mujer, especialmente cuando esperaba con mucha ilusión poder convertirse en madre. Este se presenta con mayor frecuencia durante el primer trimestre, aunque puede ocurrir aun antes de las 22 semanas de gestación. Hablamos de aborto de repetición cuando se pierden de forma espontánea dos o más embarazos antes de la semana 20 de gestación, ya sea de forma consecutiva o no.
En más del 50% de casos de aborto de repetición no se llega a descubrir la causa; en el resto, suelen ser:
Los embriones con alguna anomalía genética o cromosómica tienen menores probabilidades de supervivencia. Es un proceso evolutivo de selección natural, en el que el organismo femenino (de forma totalmente involuntaria e inconsciente) termina por expulsar a los embriones deficientes, al detectar anomalías en el número y disposición de los cromosomas.
Hasta hace varios años, se hablaba de abortos de repetición cuando se producían más de tres (y no dos) gestaciones fallidas. Sin embargo, ante el incremento de la edad materna, se volvió una situación más frecuente, puesto que a medida que avanza la edad materna, las anomalías embrionarias son más frecuentes. La causa se encuentra en la calidad de los óvulos que la mujer tiene como reserva ovárica; al iniciar su periodo menstrual, las mujeres tienen entre 500 mil y dos millones de ovocitos, pero tales cifras se reducen a partir de los 35 años y, después de los 38, la calidad de los óvulos es cada vez más baja, por lo que su carga genética tiene más probabilidades de ser defectuosa. De acuerdo con estadísticas, la tasa de aborto es del 15 al 16% en mujeres menores a 30 años, pero cuando superan los 40 años el porcentaje incrementa al 60%.
Las adherencias en el útero, provocadas por pólipos, miomas, biopsias o legrados previos pueden haber dañado al útero y dejarlo tabicado o septo, anomalía en la que se encuentra divida la cavidad uterina en dos partes por una especie de tabique y que impide la implantación, crecimiento y desarrollo del embrión.
Padecimientos de la tiroides, diabetes mellitus, obesidad y síndrome de ovario poliquístico (SOP), especialmente cuando no son tratados, suelen ser causas de aborto de repetición debido a las alteraciones en la producción de hormonas como la progesterona o la prolactina.
Las patologías de la coagulación sanguínea favorecen la formación de trombos cuando se forma la placenta y merman la calidad de sangre que recibe el embrión. Una de estas es el síndrome antifosfolipídico, que causa el 18-20% de los abortos de repetición, y aparece cuando el sistema inmunitario ataca las proteínas de la sangre y forma coágulos.
Algunas alteraciones en el sistema inmunológico femenino pueden provocar que se ataque a sí mismo y rechace al embrión al considerarlo como un agente extraño al organismo. Durante la gestación, el cuerpo de la mujer se modifica para identificar como propios el 50% de los genes del bebé, pero puede resultarle ajeno el 50% restante que procede del padre y atacarlo.
Las mujeres poseen cientos de miles de óvulos, que conviven con más de 300 millones de espermatozoides durante el coito, y puede suceder que la carga genética que aporta el hombre sea anómala, engendrando embriones que el organismo femenino detectará y rechazará por dicha razón.
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